Autores que se abren camino en la poesía argentina

En el vibrante tejido de la poesía, nos sumergimos en un espacio donde las voces nuevas se elevan, frescas y llenas de vitalidad. Este post es un tributo a los poetas que están dando sus primeros pasos en el vasto paisaje literario, llevando consigo la energía y la chispa creativa que solo el inicio de un viaje puede ofrecer.

Poeta: Romina E. Freschi

Poema: “La contadora”

Eso es el lenguaje, también:

un “organigrama”, una administración

orden distributivo

como el sol de Sor Juana, distributivo.

Lo que se distribuye, como un tributo

con equidad, no igualdad, no todo

sino un contrapeso, una organización

que tenga en cuenta la vida, es decir

lo imposible de organizar, es decir

lo irracional:

una convivencia.

Autor: Diego Muzzio

Poema: “Cansancio”

Estoy cansado,

íntimamente cansado;

con un cansancio de espejo

que aúlla

frente a otro espejo.

 

Cansado

de mi tristeza de charco

 de mis manos

hundidas en el desastre;

cansado como un buey

que arrastra el cielo

entre pantanos,

con un cansancio insondable

de mi cuerpo que esconde

la podredumbre tibia

de otro cuerpo muerto. 

Autor: Mariana Mariasch

Poema: “La mancha”

 

Durante meses

hubo una manchita negra en el piso.

Yo la miraba de vez en cuando

pensando que era una gota de sangre grande

tuya, que había salpicado la última vez que te lastimaste.

Estaba en un rincón cerca de la ventana

la mancha

y yo la aprovechaba para llorar

pensando en cualquier cosa

cuando la veía

desde la transición

del rojo al negro,

y otras transiciones.

Pensaba en su consistencia

pero no me animaba a tocarla; no me animé

hasta un día, de rabia de mirarla

la toqué. A veces,

por cualquier razón,

al pensar en ese rincón

o en el vidrio, la rotura que te lastimó

me viene la mancha de sangre:

una gota negra, grande

como de morcilla

pero sin gusto, una parte de la casa

donde se juntan cosas.

Poeta: Martín Rodríguez

Poema: “Puñal»

Estoy completo, sé lo que me falta. Me miro las manos.

Y no tienen callos. No tocaron cosechas.

Me falta una tierra con el talón rojo.

Me falta una tierra sin árbol, sin cosecha, sin gajo.

Me falta una iglesia agraria, humilde,

caminar a ciegas con el puñal

hundido, para que el chorro de sangre

libere a la criatura

Me falta el puñal del corte clavado en el ombligo.

Un jardín talado.

Me falta cortar todas las flores.

Olerlas, y que me huelan hasta hallar al niño que las huele

por primera vez.

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