Voces Femeninas de la Poesía Argentina

La poesía ha sido un vehículo poderoso para la expresión de ideas, emociones y pensamientos a lo largo de la historia de Argentina. Entre sus versos, se han alzado voces femeninas fuertes y resonantes que han aportado una perspectiva única y vital a la literatura del país. Acompáñanos en este viaje a través de la poesía femenina de Argentina, y descubre cómo estas voces han articulado no solo la experiencia de ser mujer en un contexto cultural específico, sino también cómo han reflejado y dado forma a la conciencia y el carácter de una nación. Sus versos son una celebración de la creatividad, la resistencia y la autenticidad de las mujeres en la literatura argentina, y una invitación a sumergirse en la belleza de sus palabras.

Poeta: Maria Negroni 

Poema: Por decirlo así


Me acosté con la noche cuando el sol
de este lado del sur
más ruidoso que el ruido
avanzaba
hacia el final de algo

y allí se intercambiaban
lo que pudo haber sido
y lo que siempre está siendo

como un cuerpo
abierto al fin

a la locuacidad de lo que calla

Poeta: Paulina Vinderman 

Poema: Voy hacia el nombre

Y es siempre el terror a los veranos
y el lento no saber.
Voy hacia el nombre.
Tal vez me llame invierno
en el país del lenguaje.
Cuando no hay viento,
y el silencio se olvida de cerrar
una ventana,
hago el refugio en mi imagen perdida.
El alma
desparramada por los mundos,
reúne sus pedazos
en las noches sin luna.
El universo entero
se acerca de puntillas a mi mesa
cuando recobro la manera de mirar.

Poeta: Beatriz Schaefer Peña 

Poema: Alfa del Centauro

Bajo este asombro de constelaciones,
presintiendo tu huella que conduce
al vislumbre del Primer Universo,
-aquél que engendró al día de los días-
detengo la mirada y me arrodillo
en un ejercicio de humildad
y te pido que me dejes prevalecer.


Antes de culminar tu ciclo luminoso
detén, por un momento, tu vorágine de estrella
y como hiciste antaño con el Niño,
enciéndeme en la frente el soplo de los dioses
para que pueda ejercer otro destino
diferentes en los signos y el castigo
sobre esta tierra donde caen destruidas
las imágenes que elevé con plegarias.


Sí, yo te pido que antes de partir definitiva
en el tiempo donde no sucederé,
me aproximes al enigma
y en la frontera inconclusa de los sueños,
como esa bruja de los cuentos de hadas,
cabalgue tu fulgurante rabo
mientras desecho la intención oscura,
la que subyace en el sabát secreto
que alguna vez, también, he celebrado.


Y te pido, como último deseo,
que les concedas a mis imposibles:
la inabordable noche, el verbo alucinado
o el laberinto mágico que mide
su proyección eterna en el espejo.

Solo por un instante de encendido milagro.
Apenas el instante.

Poeta: Alicia Genovese 

Poema: La resentida

Con mi silencio haré

una máquina de guerra,

con retraimiento

una catapulta

que arroje una y otra vez

las piedras más desgarradoras,

las que brotan apretadas

de las fisuras volcánicas.

Con mi silencio

un corredor de lava,

un lloradero de fuego

que vuelva

la zona impasible.

Pertrechos de combate,

material estratégico

desviados todos, con mi oscura

sola decisión de callarme.

Un arma

mortífera construiré

armaré, lanzaré

siempre en futuro

como los planes perfectos.

La venganza se cumple

inflexible en el futuro.

En el presente hay ojos

menudencias, imprevistos,

un temblor en la mano

de la víctima

que vulnera.

La venganza

desplaza el tiempo,

el futuro puede

sacarme este aspecto

penoso:

el vituperio de los mercaderes

la diatriba de los justos.

Poeta: Alejandra Pizarnik

Poema: Cantora nocturna

La que murió de su vestido azul está cantando.
Canta imbuida de muerte al sol de su ebriedad. 

Adentro de su canción hay un vestido azul, 

hay un caballo blanco, hay un corazón verde 

tatuado con los ecos de los latidos de su corazón muerto.

Expuesta a todas las perdiciones, 

ella canta junto a una niña extraviada 

que es ella: su amuleto de la buena suerte. 

Y a pesar de la niebla verde en los labios 

y del frío gris en los ojos, 

su voz corroe la distancia que se abre 

entre la sed y la mano que busca el vaso. 

Ella canta.

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