21 Sep Poemas destacados del mes de Septiembre
Septiembre trae consigo el renacer de la naturaleza y la llegada de la primavera. Las flores comienzan a florecer, los días se alargan y el aire se llena de nuevos aromas y colores. Es el momento perfecto para conectar con la poesía, que, al igual que la primavera, nos invita a redescubrir la belleza del mundo que nos rodea.
Poeta: Juana Bignozzi
Poema: “Educada en el vicio de los hombres”
Voy a la cocina y me siguen
voy al baño y golpean la puerta
me despiertan en la noche para preguntarme si duermo
llaman por teléfono en todas mis ciudades
para avisarme cuidado con el vino y la vida literaria
no he perdido padre ni tíos ni ahijado ni amigos de juventud
por no perder no he perdido ni editor
ni ese hombre
que ya sombra aún cuida mi paso en las esquinas
no me han dejado caer de su mano de su vicio
de su peso de mi corazón.
Autor: Alicia Genovese
Poema: “No se sufrir por mucho tiempo”
Abrís la puerta y tu gato
se lanza hacia el jardín
necesitado, trepa al muro
en dos zancadas.
Un olor, un temblor
lo mueven, lo acompasan.
Qué del yo, qué de un otro
se imponen en el salto,
en esa premura deseante
que sabe dónde hay aire
y dónde dejó de haber.
Cobrar impulso, como él lo hace,
cuando la estación
ilumina más temprano las cosas,
cuando la raspadura de la noche
se suaviza.
Preparás tu desayuno
y las ramas podadas
de la Santa Rita
fulguran en sus brotes.
Atrás el desconcierto
de la pérdida.
Un saxo ensaya
desde la casa lindera
y sus acordes amplían
el mundo, mueven
tus piernas, subís
a una nave de tránsito
hacia tu Solaris ingrávido.
Atrás el caos
del pesar. La lejanía
se magnetiza
ofrece pasajes.
El cambio de estación trae
un nuevo planeta,
oxígeno de Marte
y como a tu gato en su salto
te sigue sosteniendo
el universo.
Autor: Osvaldo Bossi
Poema: “El poeta viejo”
Soy ese chico
de nueve años, que un día
se calló para siempre.
Escribir no es hablar, es
tender una cuerda
silenciosa. Es irse a otro
país –ni oscuro ni luminoso–
lejos. Es morir y resucitar
al tercer día. Es vivir de otro
modo. Ahora que ya cumplo
60, escribo como si
no hubiera escrito una sola
palabra nunca. Descubro
cielos, pozos encantados
en la cocina, mientras revuelvo
la comida o caliento el café.
Si antes estuve solo, ya
no lo estoy. Escribo para mí.
Alegre, aunque esté triste.
O al revés. Ser niño fue algo
hermoso (todavía lo es).
Ser joven, lo mismo. Pero
déjenme con mis años
finales, los poemas finales,
como quien regresa
de un largo viaje
(o no tan largo) pero
regresa. Como quien
al cerrar los ojos, los abre
y piensa “Es la primera vez
que algo así, tan
extraordinario, ocurre». Y
apenas lo dice, ya pasó.