Versos para explorar el universo poético de Silvina Ocampo

Adentrate en el cautivador mundo de la poesía de Silvina Ocampo, una de las figuras más destacadas de la literatura argentina del siglo XX. En este post, nos sumergiremos en la riqueza y la complejidad de su obra poética, explorando los temas universales de la vida, el amor, la naturaleza y la identidad a través de su mirada única y penetrante.

Poema: “Al rencor”

No vengas, te conjuro, con tus piedras;

con tu vetusto horror con tu consejo;

con tu escudo brillante con tu espejo;

con tu verdor insólito de hiedras.

 

En aquel árbol la torcaza es mía;

no cubras con tus gritos su canción;

me conmueve, me llega al corazón,

repudia el mármol de tu mano fría.

 

Te reconozco siempre. No, no vengas.

Prometí no mirar tu aviesa cara

cada vez que lloré sola en tu avara

desolación. Y si de mí te vengas,

 

que épica sea al menos tu venganza

y no cobarde, oscura, impenitente,

agazapada en cada sombra ausente,

fingiendo que jamás hiere tu lanza.

 

Entre rosas, jazmines que envenenas,

¿por qué no te ultimé yo en mi otra vida?

Haz brotar sangre al menos de mi herida,

que estoy cansada de morir apenas.

Poema: “Diálogo”

Te hablaba del jarrón azul de loza,

de un libro que me habían regalado,

de las Islas Niponas, de un ahorcado,

te hablaba, qué sé yo, de cualquier cosa.

 

Me hablabas de los pampas grass con plumas,

de un pueblo donde no quedaba gente,

de las vías cruzadas por un puente,

de la crueldad de los que matan pumas.

 

Te hablaba de una larga cabalgata,

de los baños de mar, de las alturas,

de alguna flor, de algunas escrituras,

de un ojo en un exvoto de hojalata.

 

Me hablabas de una fábrica de espejos,

de las calles más íntimas de Almagro,

de muertes, de la muerte de Meleagro.

No sé por qué nos íbamos tan lejos.

 

Temíamos caer violentamente

en el silencio como en un abismo

y nos mirábamos con laconismo

como armados guerreros frente a frente.

 

Y mientras proseguían los catálogos

de largas, toscas enumeraciones,

hablábamos con muchas perfecciones

no sé en qué aviesos, simultáneos diálogos.

Poema: “La llave maestra”

La luz de su cuarto me habla de él cuando no está,

me acompaña cuando tengo miedo,

y siempre tengo miedo porque soy valiente;

oye su paso sobre los mosaicos de la entrada

va a su encuentro cuando abre la puerta lentamente

cuando lo espero, y siempre lo espero;

lo mismo es para la luz eléctrica que para la luz del sol,

lo mismo para el sol que la luna o la estrella.

Un tapiz forma la luz complicada

es la vida y siempre la vida.

Si me quedara ciega la vería con mis patas

o tal vez con mi frente cuando llega.

El tapiz no lo forma la luz sino su llegada, el sonido

que cambia de oscuro en claro.

El tablero de la luz tiene varias llaves

pero una gobierna el resto:

se llama la llave maestra.

Del mismo modo el tablero de mi luz

tiene una sola llave que gobierna las otras

la llave que está en sus manos.

Apagaría todas las luces si quisiera

pero yo cierro los ojos para no ver

la oscuridad que podría ser luz

para no herirlo.

Poema: “Cuando perdida vago”

Cuando perdida vago entre sombrías

piedras sin luz y sin admiración

llego arrepentida a tu mansión,

a tus secretas y hondas galerías

 

donde me espera lo que me ofrecías.

Allí encuentro tu luz y tu pasión,

allí comprendo sin superstición

que me llenas de dicha y de agonías.

 

Quien no me sigue allí me perderá.

Quien no me busca allí no arrancará.

una sola respuesta de mis labios.

 

En tus rosales de oro, está el futuro,

lo que veneraré, lo que es más puro

porque tus pensamientos son los sabios.

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