29 Ene Versos que despiertan la ruta
La ruta, con su promesa de descubrimientos, desafíos y experiencias inolvidables, ha sido fuente de inspiración para poetas que buscan expresar la complejidad de la vida en movimiento. En este post, nos aventuramos por caminos literarios con poemas que capturan la esencia misma de la ruta, invitándonos a reflexionar sobre los senderos que elegimos y las historias que se despliegan a lo largo del trayecto.
Poeta: José Pedroni
Poema: “Canto del compañero de ruta”
Dejadme marchar con vosotros,
poetas surgidos del pueblo;
dejadme ser vuestro compañero de ruta
en mi último trecho.
No quiero quedarme olvidado
en el mundo viejo.
Quiero marchar con aquellos que “entonan
los cantos nuevos de los tiempos nuevos”.
Dejadme ser vuestro compañero de viaje.
Vengo de lejos.
Mirad aquel confín de piedra y humo;
aquel desierto.
Para alcanzaros en la marcha
me aligeré de todo peso.
Tuve que atravesar mi propia noche
de extremo a extremo;
abrirme paso entre las ramas negras
de un bosque seco. . .
Para alcanzaros en la ruta
del aire fresco.
He llegado por fin;
pero estoy por el suelo.
Ayudadme a ponerme de pie,
poetas surgidos del pueblo;
llevadme donde el agua;
dadme vuestro pañuelo;
enseñadme un lugar de trigo joven,
para echarme de pechos,
y dejadme dormir mi primer día
en vuestro día nuevo.
Una paloma que me guía, blanca,
será mi hermoso sueño;
la paloma que espera y se adelanta,
de cortos vuelos;
la paloma que todos hemos visto
una vez por lo menos;
que se recuerda como un ángel,
el ángel bueno.
Al despertarme, no digáis de mi
ni esto ni aquello.
Atrás dejé la noche del pasado,
y ya no la recuerdo.
Si algo queréis decir,
decid: -Ha llegado el buen viejo.
Decid: -Quiere ser nuestro compañero de ruta;
quiere que lo llevemos;
quiere marchar con aquellos que “entonan
los cantos nuevos de los tiempos nuevos”.
Atrás eché los fardos del pasado.
Ya no los siento.
No me dejaban ver las cimas. . .
Me he librado de ellos.
Como la planta sin la piedra,
estoy derecho.
Y ahora quiero marchar con vosotros,
hacer vuestro camino
de sol y nacimiento,
de trigo y bosque rescatados
y de gallos que cantan en los techos.
Dadme la voz, que es tarde.
Pronto, que se va el tiempo.
Sobre la ruta estoy con mi caballo.
No puedo contenerlo.
Toda la noche contemplé las luces
de la ciudad sin miedo.
Está allí, junto a un río,
donde el trigal se encuentra con el cielo.
Porque voy a alcanzarla y a perderla,
quiero llegar con los primeros.
Lleno de ramas muertas está el árbol
del mundo viejo.
Ya se lo ve caer en el ocaso.
El viento es fuerte y fresco.
Trae el rumor de voces
del batallón del pueblo
que a cuestas lleva el árbol y los pájaros
del mundo nuevo.
Los poetas están en el camino
y hacen allí los versos.
Están poeta, obrero y campesino
unidos en el trébol.
Hay quien sale a mirarlos en el día,
y ve que aquello es bueno.
Hay quien mira y no ve; hay quien no oye
el canto mensajero,
y hay quien se hace a la calle
para alcanzar el trueno
de la marcha de hoces y amapolas.
Yo soy uno de estos.
Mi puerta queda abierta
y la golpea el viento.
¡Dejadme ir con vosotros,
compañeros!
Autor: Raúl Mansilla
Poema: “Cruzadas en la Ruta 40”
Unos cisnes en el cielo
y la sombra larga del auto
hicieron una cruz
en el agreste escenario
de la ruta cuarenta.
Ese instante gratuito y efímero
tuvo varios metros de distancia
y desapareció salvaje en la curva
sin que nadie diera cuenta
de esta entrega de sombras por la vida.
Autor: José Pedroni
Poema: “El caballero del camino”
El caballero del camino,
El de Junín, ha muerto.
Vino a morir a mi provincia.
Atravesó mi pueblo.
Iba tan rápido a su fin,
que nadie pudo verlo.
La voz de mi saludo -¡Libertad!-
me la quitó con viento.
Allí estaban los hombres, las mujeres,
junto al camino recto;
los niños en los árboles
y el avión en el cielo.
El pasó con su ráfaga a morir,
con muertas mariposas en el pecho.
La luz de tu sonrisa
se te apagó sin verlo.
Cuando alzaste los brazos para él,
ya estaba lejos, lejos.
Te dejó un remolino en el vestido
y una hoja en el pelo.
El zumbido perdióse hacia mi río.
Era como un lamento.
El río suele amanecer con ángel.
Pensé que el ángel fuera a detenerlo.
No digamos su nombre deshojado.
su nombre ya no es nuestro.
En el lugar donde dejó la sangre,
flores le pone el pueblo,
amarillas y blancas,
que duran un momento,
atadas con un hilo de retama;
todo del mismo suelo.
El caballero de Junín
ya tiene monumento.
Autor: Elizabeth Soto
Otro lugar nuevo y sigo sumando kilómetros en el bolso
llenos de vos,
sigo esperando el colectivo que me lleve a otro lugar,
sin boleto, sin dinero,
solamente basta que vos quieras estar conmigo
**
Respirándome sobre las pestañas él sueña conmigo,
sufre mi futuro,
respira mi aliento,
descifra mi soledad.
Nos abrazamos otra vez para no escuchar los ruidos
detrás de la puerta.