Poemas destacados del mes de Enero

En el rincón del calendario dónde enero despliega su manto de verano y comienza a despertar con su resplandor cálido, encontramos una oportunidad única para explorar la poesía que captura los matices del inicio del año. Cada poema es un destello de emoción desbordante como las olas del verano.

Poeta: José Hernández

Poema: “Cantares”

Yo tengo entre mis libros

Un libro viejo

Que una vieja lo mira

Con espejuelos.

Y tengo un libro

Que lo ve una muchacha:

Con ojos lindos —

 

La viejita leyendo

Pasa el día entero,

Y da vueltas las hojas

Con dedos secos;

Pero la otra

Tiene para las suyas

Dedos de rosa.

 

A las unas les gustan

Crónicas viejas

Y gustan á las niñas

Lindas novelas—

Mas no me asusto

De que tengan entre ellas

Distintos gustos.

 

Y para que no digan

Que es impolítico.

Después de estas verdades

Haré un cumplido

Las viejas, vivan!

Que son madres ó abuelas

De lindas niñas.

Autor: Jorge Luis Borges

Poema: “Milonga de Manuel Flórez”

Manuel Flórez va a morir.

Eso es moneda corriente;

morir es una costumbre

que sabe tener la gente.

 

Y sin embargo me duele

decirle adiós a la vida,

esa cosa tan de siempre,

tan dulce y tan conocida.

 

Miro en el alba mis manos,

miro en las manos las venas;

on extrañeza las miro

como si fueran ajenas.

 

Vendrán los cuatro balazos

y con los cuatro el olvido;

lo dijo el sabio Merlín:

morir es haber nacido.

 

¡Cuánta cosa en su camino

estos ojos habrán visto!

Quién sabe lo que verán

después que me juzgue Cristo.

 

Manuel Flórez va a morir.

Eso es moneda corriente;

morir es una costumbre

que sabe tener la gente.

Autor: Oliverio Girondo

Poema: “Llorar a lágrima viva”

 

Llorar a lágrima viva.

Llorar a chorros.

Llorar la digestión.

Llorar el sueño.

Llorar ante las puertas y los puertos.

Llorar de amabilidad y de amarillo.

Abrir las canillas,

las compuertas del llanto.

Empaparnos el alma, la camiseta.

Inundar las veredas y los paseos,

y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.

Asistir a los cursos de antropología, llorando.

Festejar los cumpleaños familiares, llorando.

Atravesar el África, llorando.

Llorar como un cacuy, como un cocodrilo…

si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos

no dejan nunca de llorar.

Llorarlo todo, pero llorarlo bien.

Llorarlo con la nariz, con las rodillas.

Llorarlo por el ombligo, por la boca.

Llorar de amor, de hastío, de alegría.

Llorar de frac, de flato, de flacura.

Llorar improvisando, de memoria.

¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

Poeta: Leopoldo Lugones 

Poema: “El ojo de agua»

La tarde, en su inmensa masiega,

Se humedece sombría y opaca.

Borbolla la rana labriega,

Y huele a boñiga de vaca.

 

Su poca agua que nunca se agota,

Es tranquila como una doncella.

En su transparencia remota

Se alcanza a mirar una estrella.

 

A la idílica paz que dilata

Un tañido de dulces cencerros,

Escúrrese en hebra de plata

Suavemente lamida de berros.

Tags: