Entre versos y goles: poemas inspirados en el fútbol

En el vasto escenario de la literatura, nos sumergimos en un campo diferente, donde la poesía se convierte en un eco vibrante de la pasión por el fútbol. Este post es un homenaje a la magia que se despliega en el campo de juego, capturada en versos que resuenan con la emoción de cada gol y la cadencia de cada jugada maestra.

Poeta: Fabián Casas

Poema: “Cancha rayada”

Caminamos, con mi viejo, por la playa de estacionamiento.

Es un día de calor sofocante

y en el asfalto recalentado

vemos la sombra de un pájaro negro

que vuela en círculos,

como satélite de nuestra desgracia.

Una multitud victoriosa, a nuestras espaldas,

ruge todavía en la cancha.

Acabamos de perder el campeonato.

La cabina del auto es un horno a leña;

los asientos queman y el sol que pega

en el vidrio, enceguece.

Pero no importa, como dos bonzos

dispuestos a inmolarse,

nos sentamos y enciendo el motor:

Fabián Casas y su padre van en coche al muere.

Autor: Walter Saavedra

Poema: “Nunca jamás”

Cómo vas a saber lo que es el

amor si nunca te hiciste hincha de un club.

Cómo vas a saber lo que es el

dolor si jamás un zaguero te

azotó la tibia y el peroné.

Cómo vas a saber lo que es el

placer si nunca ganaste un

clásico barrio contra barrio.

Cómo vas a saber lo que es

llorar si jamás perdiste un partido sobre la hora.

Cómo vas a saber lo que es la

solidaridad si nunca saliste a dar la

cara por un compañero golpeado de atrás.

Cómo vas a saber lo que es la

poesía si jamás tiraste una gambeta.

Cómo vas a saber lo que es la

humillación si nunca te hicieron un caño.

Cómo vas a saber lo que es la

amistad si nunca devolviste una pared.

Cómo vas a saber lo que es un

orgasmo si nunca diste una

vuelta olímpica de visitante.

Cómo vas a saber lo que es la

izquierda si nunca jugaste en equipo.

Cómo vas a saber lo que es la

xenofobia si en ninguna cancha

te gritaron “negro de mierda”.

Cómo vas a saber lo que es la injusticia

si jamás te sacó tarjeta roja un referí localista.

Cómo vas a saber lo que es el insomnio

si jamás te fuiste al descenso.

Cómo vas a saber lo que es el

odio si jamás te hiciste un gol en contra.

Cómo vas a saber lo que es la vida, hijo mío,

si nunca, jamás, jugaste a la pelota.

Autor: Mariano Blatt

Poema: “La luz de un estadio de fútbol”

Estar rodeado de cosas tranquilas una mesa pequeña redonda y con patas en forma de cisne, sobre la cual apoyar como quien dice, el televisor. La forma en que alguien usa la palabra oíme. Cien pesos en billetes de diez abrazados uno sobre otro sobre otro sobre uno todos juntos doblados a la mitad. La luz de un estadio de fútbol, la penumbra que provoca el sector tribuna visitante.

Una botella de cerveza Santa Fe. Una etiqueta de cerveza Santa Fe. Un cartel de cerveza Santa Fe en un estadio de fútbol de un equipo de Santa Fe, Unión, un vaso lleno.

La luz de un estadio de fútbol la que se refleja en lo demás.

Voy a pensar toda la noche en la boca de algunos jugadores de fútbol. En el brillo de los labios en los dientes asomando. Voy a pensar en cómo respiran, agitados, cuando son reemplazados por un compañero.

Voy a pensar en ellos toda la noche porque los veo volviendo a casa en el coche cama atravesando las rutas del interior. Voy a pensar en las bocas, en las piernas en los dedos de las manos.

Es lo menos que puedo hacer por ellos.

Con qué limpieza con qué claridad la selección portuguesa arma y resuelve la jugada del contraataque. Efectiva, fluida la pelota pasa, vía aérea, de un lado al otro del campo. A velocidad ideal, suficiente para que no la alcance el rival justa para que el director de cámara evite hacer un cambio brusco. En el espectador la jugada provoca placer. La imagen es limpia, la táctica inteligente. No hay, en ese momento, ninguna otra preocupación.

El ruido que le hace la cabeza contra el cemento al que cae en la corrida. Los que lo pasan por arriba y un policía retrocede sin gorra. Un chico mirando con la nariz rota, y la luz de los demás, la de los que no la reflejan.

Da el sol en los últimos escalones de la bandeja alta del Monumental. Miro el partido de reserva, manso sentado con las piernas estiradas dejando caer la tarde sobre el estadio, todavía semi vacío. Alguno grita algo, del otro lado contestan.

Desborde del 7 de River termina en nada. Esto es lo que pasa. Un pibe cuelga la bandera, se descuelga él del alambrado y queda hablando con otros. El sol dibuja formas en la platea del costado, qué lindo día para ver un partido de fútbol. En mi mente calculo posibilidades, jugadores, variantes todo parece indicar que el resultado va a ser una desgracia.

Parado en la esquina abajo de la lluvia, pegado contra la pared la luz de un policía rubio me mira de reojo.

Una botella de cerveza Santa Fe (y la luz fuerte del sol de la tarde, horizontal, naranja) una etiqueta de cerveza Santa Fe (humedecida a la luz del sol del litoral, fuerte) un cartel de cerveza Santa Fe en un estadio de fútbol de un equipo de Santa Fe, Unión (iluminados, el cartel, el estadio, por la luz fuerte del sol sobre Santa Fe) y al sol un vaso lleno (hace tanto calor, es tan fuerte el sol a esta hora de la tarde, en Santa Fe, en el litoral, acá las calles son de polvo) y yo, que estoy borracho, sentado a la luz del sol, esperando que todo lo que nunca voy a tener me deje, de una vez, bajo el sol tranquilo.

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