En el vibrante tejido de la poesía, nos sumergimos en un espacio donde las voces nuevas se elevan, frescas y llenas de vitalidad. Este post es un tributo a los poetas que están dando sus primeros pasos en el vasto paisaje literario, llevando consigo la energía y la chispa creativa que solo el inicio de un viaje puede ofrecer.
Poeta: Romina E. Freschi
Poema: “La contadora”
Eso es el lenguaje, también:
un “organigrama”, una administración
orden distributivo
como el sol de Sor Juana, distributivo.
Lo que se distribuye, como un tributo
con equidad, no igualdad, no todo
sino un contrapeso, una organización
que tenga en cuenta la vida, es decir
lo imposible de organizar, es decir
lo irracional:
una convivencia.
Autor: Diego Muzzio
Poema: “Cansancio”
Estoy cansado,
íntimamente cansado;
con un cansancio de espejo
que aúlla
frente a otro espejo.
Cansado
de mi tristeza de charco
de mis manos
hundidas en el desastre;
cansado como un buey
que arrastra el cielo
entre pantanos,
con un cansancio insondable
de mi cuerpo que esconde
la podredumbre tibia
de otro cuerpo muerto.
Autor: Mariana Mariasch
Poema: “La mancha”
Durante meses
hubo una manchita negra en el piso.
Yo la miraba de vez en cuando
pensando que era una gota de sangre grande
tuya, que había salpicado la última vez que te lastimaste.
Estaba en un rincón cerca de la ventana
la mancha
y yo la aprovechaba para llorar
pensando en cualquier cosa
cuando la veía
desde la transición
del rojo al negro,
y otras transiciones.
Pensaba en su consistencia
pero no me animaba a tocarla; no me animé
hasta un día, de rabia de mirarla
la toqué. A veces,
por cualquier razón,
al pensar en ese rincón
o en el vidrio, la rotura que te lastimó
me viene la mancha de sangre:
una gota negra, grande
como de morcilla
pero sin gusto, una parte de la casa
donde se juntan cosas.
Poeta: Martín Rodríguez
Poema: “Puñal»
Estoy completo, sé lo que me falta. Me miro las manos.
Y no tienen callos. No tocaron cosechas.
Me falta una tierra con el talón rojo.
Me falta una tierra sin árbol, sin cosecha, sin gajo.
Me falta una iglesia agraria, humilde,
caminar a ciegas con el puñal
hundido, para que el chorro de sangre
libere a la criatura
Me falta el puñal del corte clavado en el ombligo.
Un jardín talado.
Me falta cortar todas las flores.
Olerlas, y que me huelan hasta hallar al niño que las huele